Por Mons. Gustavo García Siller, Arzobispo de San Antonio, Texas. 3 de diciembre de 2019.
¡Nos reunimos para celebrar con alegría los 150 años de Christus Santa Rosa! También nos unimos en un momento de gran crisis. El caos, la polarización y los cambios significativos en nuestro mundo tienen un impacto significativo en todos nosotros y en la Iglesia.
Nuestra primera lectura trae consuelo y tranquilidad sobre un reino ideal en el cual Dios volverá a poner las cosas en orden. Cuando Isaías pronunció estas palabras por primera vez, los habitantes de Jerusalén y Judá tenían mucho miedo del imperio asirio y sus agresivas políticas de dominación de los pueblos. Dios envía al profeta para describir un mundo futuro que se asemeja a un regreso al Jardín del Edén: ¡terneros y leones jóvenes jugando juntos, leopardos acostados en paz con cabras jóvenes, vacas y osos jóvenes descansando juntos! Dios enviará un Salvador que gobernará sabiamente, que garantizará la justicia para todos: un gobernante que respetará los derechos humanos innatos y la dignidad de todos, incluidos los pobres, la viuda, el huérfano y el extraño. El Espíritu de Dios descansará sobre este Mesías, este Hijo de David. Él tendrá el poder de establecer el reino de Dios a pesar de las fuerzas del mal que actúan en el mundo.
Las características de ese reino son justicia y paz, misericordia y compasión, amor a Dios y al prójimo, reconciliación, armonía, unidad. Jesús nos ha recordado que el Reino de Dios, aunque claramente todavía no está completamente presente, ya está aquí entre nosotros. Vemos signos del reino en Christus Santa Rosa cuando los médicos y las enfermeras traen curación o alivio del sufrimiento, tratando a sus pacientes con dignidad. Vemos signos del reino cuando los auxiliares de enfermería y el personal de la dieta y el personal de seguridad ayudan a las personas que están en momentos difíciles, respetando sus necesidades y derechos individuales. Sí, el reino de Dios está entre nosotros. ¡Y celebramos eso hoy!
Jesús alaba a su Padre celestial por revelar las buenas nuevas del reino de Dios a todo el mundo. Todos somos hijas e hijos de Dios, creados a imagen y semejanza de Dios. Como discípulos misioneros del Señor resucitado, el Espíritu Santo nos capacita para vivir nuestras vidas de acuerdo con el Evangelio, proclamando el amor incondicional y perdurable de Dios a todos los que encontramos no sólo por nuestras palabras, sino también por nuestras acciones.
No estamos solos. Nuestra Señora de Guadalupe está con nosotros. El Cristo resucitado está con nosotros. ¡El Espíritu Santo nos da sabiduría, valentía y fuerza para edificar el reino de Dios aquí y ahora!
Click aquí para leer las palabras de bienvenida de Sor Tere con motivo de las celebración en Monterrey de los 150 años de la Congregación.
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