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Preparamos un momento tranquilo y descansado para orar, iniciando con un canto o recitación del Salmo 100:
Salmo 100
Cante al Señor toda la tierra, sirvan al Señor con alegría,
lléguense ante Él con regocijo,
El Señor es bueno y su amor es eterno.
Sepan que el Señor es Dios,
Él es quien nos hizo y suyos somos,
Pueblo suyo y grey de su redil,Cante al Señor toda la tierra, sirvan al Señor con alegría,
lléguense ante Él con regocijo,
El Señor es bueno y su amor es eterno.
Sepan que el Señor es Dios,
Él es quien nos hizo y suyos somos,
Pueblo suyo y grey de su redil,Cante al Señor toda la tierra, sirvan al Señor con alegría,
lléguense ante Él con regocijo,
El Señor es bueno y su amor es eterno.
Sepan que el Señor es Dios,
Él es quien nos hizo y suyos somos,
Pueblo suyo y grey de su redil,El Señor es bueno y su amor es eterno.
(Por cinco minutos lo repetimos en silencio contemplativo como mantra)
LECTURA: 1 Jn, 1-3:
«Aquí tienen lo que era desde el principio, lo que hemos oído, y lo hemos visto con nuestros ojos, y palpado con nuestras manos: la Palabra que es vida. Porque la Vida se dió a conocer, hemos visto la Vida eterna y hablamos de ella, y se la anunciamos, -aquella que estaba con el Padre y que se nos dió a conocer.
Lo que hemos visto y oído se lo anunciamos también a ustedes.»
El proceso de la MISIÓN donde estás involucrada, prendió en un momento de encuentro feliz con la Buena noticia de existir y de que el gozo y la bienaventuranza son posibles, no cabe duda y es necesario dar testimonio de ello, porque lo ha dicho el Señor y tú lo has probado. Cada día su Encarnación evidencia su proceso:
- María le acogió en su seno, a la escucha en el anuncio y en el servicio, como “la sierva del Señor”.
- Lo proclamó ante su prima, haciendo justicia ante la obra de Dios,
- lo dió a luz inserto en la pobreza…
- ángeles confirmaron esa Buena Noticia – en acción, en torno a los pastores, sus primeros beneficiarios
- Y EL VERBO SE HIZO CARNE Y HABITÓ ENTRE NOSOTROS,
Así de sencillo, el Verbo que era desde el principio, Dios de Dios, al calor de la Ruah, se puso en manos de la primera misionera: María, que desaparecerá en la historia, diluyéndose entre el pueblo y haciendo historia con él.
“¿Quién es mi Madre y quiénes son mis hermanos? – Los que conocen (saborean) la voluntad de mi Padre y la ponen por obra… ¡He aquí la MISIÓN de encarnar al Verbo, en el mundo de hoy!
Cada día el escenario cambia, y el imprescindible toque de Dios queda grabado como parte fundante de tu ser, continuándose en ese contacto con su Palabra que te hace ser discípula y apóstol. La experiencia de 150 años de gestar y dar a luz al Verbo, tiene actualidad este momento, en el que sentimos un llamado y luego un envío, como pasó en nuestro reciente Capítulo
¿Qué llamado o clamor humano es hoy el anuncio del mensajero de Dios?
El terreno que pisas ahora, tiene que ser esa Tierra Sagrada a la que has sido ENVIADA, y con la fuerza del Espíritu, reconoces día a día el desgarre creado por un sistema injusto, en la carne y en la vida de los más pobres y vulnerables. El Papa Francisco nos empuja hacia las periferias, nos invita a desinstalarnos, y nosotras lo hemos entendido como un compromiso de hacer evidente la encarnación del Verbo; como mujeres creativas, audaces, místicas y proféticas, ante las realidades de muerte.
¿Con qué voz, con qué acciones implicas tu vida?
Estamos frente a procesos de muerte. Contemplamos realidades que nos sobrepasan, aún hay personas a la espera con las manos tendidas. Nuestras edades nos pesan, pero nos iluminan. Las relaciones que a diario nos enriquecen son a la vez reto y regalo. Y en la Misión de encarnar la misericordia de Dios a la manera del Verbo, ésta la experiencia anhelada que anuncia a los pobres una bienaventuranza que nos alcanza.
¿Qué dolores? ¿Qué gozos lo proclaman?
Finalizamos cantando el MAGNIFICAT.
Escrito por S. Tere Fernández.
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