¡Bendiciones de Pascua a todas y todos!

La Pascua llega por segunda vez en medio de las pandemias globales que han nublado nuestro planeta.  La primera vez, estábamos bajo algún lineamiento de “quédate en casa”, llenas de incertidumbre sobre lo que esto significaba y cuánto tiempo estaríamos allí.  Ahora empezamos un segundo tiempo de Pascua, con destellos de esperanza conforme aumenta el número de vacunas, pero ensombrecido por tanto duelo y pérdida.  Hace un año, no podríamos haber imaginado que las pérdidas humanas alcanzarían los tres millones de personas, sin embargo, estamos acercándonos a ese penoso número a nivel mundial.  Casi todas las personas han perdido a un ser querido o a alguien que conocen; la pérdida y la tristeza están en todas partes.  Estamos teniendo una experiencia profunda del Viernes Santo como familia humana.  ¿Cómo dar testimonio de la promesa de la Pascua en medio de todo esto?  Este año salieron otra vez los conejos de chocolate, los huevos de colores y los malvaviscos, pero no alivian a nuestras almas en pena.

El Jesuita Brian McDermott ofreció una consoladora reflexión sobre la Resurrección recientemente, que nos conmovió.  Él explica que necesitamos regresar a la primera mañana de Pascua que no fue necesariamente una experiencia de alegría, sino de presencia.  La pérdida era palpable y fuerte; cada Evangelio da cuenta del miedo y la incertidumbre. El poder de la Resurrección, compartió McDermott, fue que Jesús ahora estaba libre para estar presente en todas las crucifixiones.  Jesucristo ahora está libre para estar con todas las personas que sufren, presente a través del poder de un amor que es más grande que cualquier pérdida.  ¡Esa es la Pascua que celebramos!

La Pascua nos recuerda que necesitamos confiar en el sueño de Dios en Jesucristo, donde la presencia del amor consuela y acompaña.  Experimentaremos una Pascua con más silencio, pero tal vez con una invitación profunda a confiar en el amor de Jesús por nosotros y nosotras.

Equipo General de Liderazgo

Pascua 2021

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