Del 17 al 20 de febrero, con motivo del inicio de la cuaresma, acompañamos a la comunidad del Tepozal, San Antonio y Emiliano Zapata. Compartimos con las personas fe y vida, escuchamos sus historias, sus trabajos por vender su aguacate, café, limón…sus intentos de cuidar la tierra que les han heredado sus abuelos, así como su preocupación por sus familiares quienes han tenido que migrar por buscar una mejor calidad de vida.
En San Antonio aprendimos que hace 50 años salieron de Malinal y escogieron ese lugar, repartieron los terrenos, limpiaron y sembraron los árboles de guanábana, plátano, mango, lichi y café. Una tierra productiva y personas muy trabajadoras y con gran iniciativa. Sin embargo los jóvenes emigran por el bajo precio del café y por falta de tierra además de los que salen para estudiar y trabajar en Xalisco o Tepic. Los migrantes no olvidan su tierra. Se comunican por medio de Facebook y colaboran en las obras de la Comunidad.
En Emiliano Zapata, una Comunidad a bordo de carretera, me esperaba un grupo de niñas/os de catecismo con sus catequistas. Al iniciar la celebración llegaron las personas mayores. Todo estaba muy bien organizado, los/as niñas con su cubre boca y respetando la sana distancia que estaba marcada en las bancas de la iglesia. Organizamos la celebración con las catequistas. La participación de las personas fue muy activa.
Agradecemos a Dios, permitirnos tocar la vida de las personas para escuchar a Dios y la Misión a la que nos envía como CCVI’s.
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