¡Alabanza al Verbo Encarnado!
Por S. Mary Carmel Smith, CCVI
‘Todo por el Verbo Encarnado;
‘Por la Gloria del Verbo Encarnado’ y finalmente,
“Alabado sea el Verbo Encarnado”
DURANTE más de 150 años, estas palabras llenas de inspiración, que son una invitación y una acogida, llegan a cada Hermana de la Caridad del Verbo Encarnado en el momento que ella responde al llamado del Verbo Encarnado: “Ven y sígueme”. Y cuando la hermana entra por primera vez a la Capilla del Verbo Encarnado, recibe el saludo de la Cúpula del Santuario con las palabras que llegarán a ser el centro de su vida:
“Alabado sea el Verbo Encarnado”.
Llenas del Espíritu del Verbo Encarnado durante los últimos 150 años, las Hermanas han consagrado su vida a su servicio, respondiendo al llamado del Fundador, Claudio M. Dubuis:
“Nuestro Señor Jesucristo, sufriendo… espera en alivio de vuestras manos”. Este ‘alivio’, que comenzó con la atención a los enfermos y a personas atribuladas en un hospital y con el cuidado a los huérfanos y a los ancianos frágiles (que hoy en día se lleva a cabo en casas de retiro), después se diversificó hacia actividades en el campo de la educación de la juventud, desde el nivel de primaria hasta niveles universitarios, y luego a entregar servicios sociales a favor de todo tipo de personas marginadas y a colaborar en diversos ministerios de la Iglesia haciendo llegar el Evangelio a las masas a través de los medios de telecomunicación y de las redes sociales que tenemos en la actualidad, respondiendo al deseo de San Pablo: “Cuando estoy con los que son débiles, me hago débil con ellos, porque deseo llevar a los débiles a Cristo”. Bueno, a lo largo de estos 150 años, nuestras Hermanas CCVI ciertamente “han llevado a los débiles a Cristo”. Y hoy en día, cuando hacemos una pausa para celebrar la Fiesta de la Congregación, la Encarnación del Señor, tratamos de honrar de manera especial al Verbo Encarnado que vino a interceder ante el Padre por la salvación de la humanidad. Con nuestra consagración personal al Verbo Encarnado, podemos acercarnos al “trono de gracia y encontrar misericordia” como “hijas adoptivas” de nuestro Padre Celestial, y recibir la gracia de vivir la ofrenda de nuestra vida al Verbo Encarnado a través de la misión de la Congregación en la Iglesia.
Por lo tanto, con el corazón lleno de gratitud, a medida que superamos el desafío de este año de COVID, nos unimos a todos los miembros de nuestra Familia del Verbo Encarnado con la oración que nos enseñaron nuestros fundadores como un saludo entre nosotras y como la frase de inspiración que encabeza nuestros documentos y proyectos:
“Alabado sea el Verbo Encarnado. Para siempre, Amén”.
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