Es interesante el itinerario que nos propone con estos tres verbos: BUSCAR, HABITAR Y FORMAR.
En esta reflexión solo tomaré el primer verbo BUSCAR, partiendo con la siguiente pregunta: “¿habéis visto al amor de mi alma?” (Cant. 3,3).
Quiero comenzar con una llamada de atención que nos hace nuestro Señor Jesucristo en la persona del ángel de Éfeso, (Ap. 2, 1-7) el reclamo que Él hace de haber abandonado nuestro amor del principio. Parece que esta es unas de las principales causas de la crisis por la que atraviesa la vida religiosa en la actualidad.
Esto es lo que llama la atención en el Cantar de los Cantares. Una búsqueda incesante de la Amada hasta dar con el Amor de su alma.
El amor del Cantar de los Cantares es lucha y fatiga, precisamente como la muerte (Cant. 8, 6). La búsqueda comparte fatiga, pide levantarse y ponerse en camino, pide asumir la oscuridad de la “noche”. La noche es “ausencia”, separación o alejamiento de Aquel que el corazón ama. La esposa, protagonista principal del drama, busca al Amado, pero Él está ausente, es necesario buscarlo, salir a las calles y a las plazas. “¿Habéis visto al amor de mi alma?” Es la pregunta gritada en el corazón de la noche, que suscita el gozo del recuerdo del Amado y abre la herida de una lejanía insoportable.
El amor desafía la noche y sus peligros, es más grande que todo miedo: “en el amor no hay temor, por el contrario, el amor perfecto desecha el temor.
La Encarnación, es presencia de amor.
¿Cómo mantener viva esta llama del primer amor?, ¿Qué experiencias de encuentro me impulsan a buscar a Jesús y corresponder a su amor?
Por Sor Alba Castellanos.
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