Las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado, una congregación religiosa apostólica, fundada en 1869 en San Antonio, Texas, por el Obispo Claudio M. Dubuis, originario de Francia y Obispo de Galveston, Texas, lleva el título de VERBO ENCARNADO.
Cuando terminó la Guerra Civil, el obispo de Galveston se sentía abrumado por el sufrimiento de su pueblo, como resultado de la devastación causada por todo tipo de enfermedades, se dirigió a la Orden Enclaustrada del Verbo Encarnado y el Santísimo Sacramento, en Lyons, Francia, fundado por la Venerable Jeanne De Matel, en busca de religiosas para establecer un ministerio de cuidado a la salud en su diócesis.
Como la Orden del Verbo Encarnado y el Santísimo Sacramento es una comunidad enclaustrada, las religiosas se vieron en la imposibilidad de responder y enviar Hermanas fuera del país, pero se ofrecieron para formar candidatas para el trabajo misionero y apostólico en su comunidad, si el Obispo deseaba que lo hicieran.
Y así fue como varias aspirantes a enfermeras entraron a la comunidad de Lyons para recibir formación en la vida religiosa, de acuerdo con el carisma del Verbo Encarnado y las costumbres de su fundadora, la Venerable Jeanne de Matel. Al terminar su entrenamiento, se les dio el título de “Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado” a y se les envió a realizar trabajo apostólico en los campos de misión de Texas.
DE DÓNDE VIENE *EL TÍTULO ‘VERBO ENCARNADO’ ….
Jeanne Chézard de Matel nació hace 400 años en Roanne, Francia, el 6 de noviembre de 1596. Su nacimiento fue una respuesta gozosa a las oraciones de Jean Chézard, un noble francés, y de Jeanne Chaurier, cuyos primeros cuatro hijos murieron al nacer o murieron siendo muy pequeños. Jeanne fue bautizada el día que nació en la Iglesia de San Esteban. Se pidió a dos niñitos que llegaron a las puertas de la iglesia a pedir limosna que fueran sus padrinos. Cuando Jeanne nació, nadie podía saber que un día Dios la llamaría para ser la Fundadora de una orden religiosa, y que llegaría a ser una mística, maestra, directora espiritual y escritora.
Jeaanne creció en una atmósfera llena de amor y fe, un entorno que al parecer fue creado ante todo por su madre. Aunque Jeanne estaba consciente del amor que su padre le tenía, él estaba ausente del hogar durante mucho tiempo, debido a su trabajo en la corte. En su Autobiografía, leemos sobre el interés que Jeanne sentía por los temas espirituales desde que era una niña muy pequeña. Se preguntaba qué hacían los ángeles en el cielo todo el día, y le preocupaba que el buen ladrón al que Dios le había permitido entrar al cielo, engañara a Dios y le robara su Paraíso. Antes de cumplir los cinco años de edad, le pidió a su padre que le enseñara a leer y a rezar, y que le contara las historias de la Sagrada Escritura. A una edad muy temprana, aprendió las historias de los santos, amaba a su Ángel Guardián y hablaba con la Santísima Virgen María con toda confianza.
En su juventud, Jeanne estaba llena de energía, le interesaba aprender y siempre estaba buscando cosas nuevas que pudiera hacer. En su adolescencia, tuvo una vida social muy activa, le encantaban las fiestas, le gustaba bailar, divertirse y reír. Cuando se estaba divirtiendo con sus primos y amigos, a veces no le prestaba atención a su relación con Dios. Esto le causó cierto desasosiego, pues en su corazón siempre se sintió llamada a vivir para Dios. Los años de la adolescencia de Jeanne fueron un periodo de preguntas, de creciente incertidumbre, de luchas, de aprender a tomar opciones, y de tratar de encontrar el equilibrio entre su amor por la vida social y su búsqueda de Dios.
Cuando Jeanne tenía aproximadamente dieciocho años de edad, experimentó el amor de Dios hacia ella en una forma que cambió su vida. En ese entonces, Dios le enseñó que su camino hacia Dios era un camino de amor. En los años siguientes de su vida como mujer adulta joven, Jeanne recibió bendiciones de Dios en diversas formas muy especiales. Recibió de Dios una comprensión especial de la Sagrada Escritura, entendía el latín, aunque en la Francia del siglo XVII las mujeres no tenían posibilidades de estudiar idiomas o teología. Este periodo de la vida de Jeanne fue un periodo de soledad, retiro y meditación, durante el cual Dios la guió de inmediato a la oración contemplativa, la Sagrada Escritura, la Eucaristía, la Virgen María y a una relación con la Trinidad, principios que llegaron a ser temas centrales de su espiritualidad y fueron evidentes en su vida espiritual incluso en esa época.
Después de los veinte años, vivió un periodo de discernimiento en relación con su vocación. Jeanne sintió que Dios la estaba llamando a la vida religiosa, pero no sabía con claridad en qué lugar. En una ocasión, pensó que tenía vocación para ser Carmelita; en otra ocasión consideró la posibilidad de entrar con las Ursulinas. También sabemos, por sus escritos, que pensó en ser miembro de la Orden de la Visitación o de la Orden Franciscana. Con la ayuda de la dirección espiritual y a través de una fiel vida de oración, la espiritualidad de Jeanne se centró más y más en la Persona de Jesús, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. En 1620, a la edad de veinticuatro años, Jeanne obtuvo permiso para recibir la Comunión todos los días, un privilegio poco usual en la Iglesia en esa época.
Después de esto, Jeanne vio con claridad cuál era el llamado único de Dios para ella. Nos dice en su Autobiografía que, en una experiencia extraordinaria de oración, entendió que Dios le decía: “Te gusta el recogimiento, pero mi Sabiduría desea algo diferente. Te he destinado para que instituyas una Orden en Mi Nombre, que honre el hecho de que Mi Persona se encarnara por amor a los seres humanos”. Para 1625, Jeanne veía con mayor claridad el llamado de Dios, y entendió que Dios quería que ella fundara una nueva congregación religiosa.
El 3 de julio de, 1625, otras dos jóvenes, Catherine Fleurin y Marie Figent, se unieron a Jeanne y vivieron juntas en una casa pequeña en Roanne que las Ursulinas habían dejado.
Este inicio modesto fue el nacimiento del Instituto del Verbo Encarnado y el Santísimo Sacramento. (Aunque Jeanne y sus Hermanas tuvieron te esperar casi quince años para poder establecer la primera casa canónica.) Cuando se reunieron, Dios les dio a conocer con mayor claridad el propósito de la nueva comunidad. Una mañana, mientras Jeanne preparaba el desayuno en la cocina, percibió que Dios le decía: “En este establecimiento, yo que soy el Verbo Encarnado, haré una extensión de mi encarnación”. Jeanne llegó a darse cuenta de que estas palabras querían decir que a través de esta Orden, el Verbo nacería una segunda vez en el mundo, y en cualquier lugar donde la Orden estuviera presente, Jesús estaría presente.
Los quince años siguientes fueron años de crecimiento y de desilusiones, de luchas y de gracia. Muchas mujeres se unieron a Jeanne con el deseo de vivir la vida religiosa. Durante estos años, Jeanne intentó conseguir el permiso para fundar la Orden en Roanne, en Lyons y en París. Mientras esperaba la aprobación de la Iglesia para establecer el nuevo grupo como una Orden, la comunidad estableció internados para jóvenes. En este periodo, Jeanne dedicó tiempo a escribir sobre sus experiencias espirituales, y escribió ensayos sobre la vida espiritual para instruir a sus Hermanas.
Finalmente, en 1639, Jeanne y su incipiente comunidad vivieron uno de esos acontecimientos maravillosos que solo pueden atribuirse al Dios de las Sorpresas. Jeanne recibió la invitación de tener la primera fundación canónica de la Orden en Avignon, una fundación que las llenó de gozo.
Después de pasar varios meses en Avignon, y recibir ahí a las primeras novicias de la Orden, Jeanne regresó a Lyons, donde continuó esperando pacientemente el establecimiento de la cada de ahí y la de París. En 1643, dos sacerdotes jesuitas hablaron con Jeanne y la invitaron a fundar una comunidad en la ciudad de Grenoble. El monasterio de París se estableció canónicamente en enero de 1644, y Jeanne vivió en ese monasterio durante diez años. El Monasterio de Lyon se estableció por completo en noviembre de 1655, después de casi treinta años de una espera llena de fe.
Durante estos años de madurez en la vida de Jeanne, ella se concentró en la vida de oración… a menudo centrándose en las necesidades de la Iglesia y de los dirigentes civiles. Desarrolló un extenso ministerio de dirección espiritual y acompañamiento. Jeanne también se dio cuenta de que el ministerio vocacional era una necesidad en su tiempo, y ayudó a muchos hombres y mujeres a discernir cuál era la mejor manera de vivir una vida llena de fe. Enfatizó el hecho de que los niños recibieran una educación de la más alta calidad en las escuelas con internado en la comunidad… especialmente en el monasterio de París, la muerte de algunas de sus amistades más cercanas y de las personas que más la habían apoyado, fueron algunas de las dificultades que fueron un reto en los últimos años de la vida de Jeanne. Aunque estos años estuvieron llenos de escritos, viajes y una extensa correspondencia personal y ministerio activo, ella siguió siendo contemplativa de corazón.
Los extensos escritos de Jeanne muestran que ella era una mujer profunda y apasionadamente enamorada de Dios. En todas las cosas, ella estaba a la escucha de la Voluntad de Dios. La Sagrada Escritura, el ritmo del año litúrgico, y las vidas de los santos nutrieron constantemente la espiritualidad de Jeanne. El Sermón de la Montaña, y en especial las Bienaventuranzas, caracterizaron con toda claridad el espíritu de Jeanne y el de la Orden. La vida, la oración y los escritos de Jeanne se enriquecieron en gran medida con las imágenes de la Sagrada Escritura, la naturaleza y la vida… imágenes a través de las cuales ella siempre trató de expresar el misterio de la “presencia de Dios” en medio de nosotros, que es algo imposible de expresar. Jeanne ha inspirado a hombres y mujeres a lo largo de cuatrocientos años a centrar su vida en la Persona de Jesús, el Verbo Encarnado, a siendo evangelizadores de la gracia del Evangelio del Amor y la Bondad, en la tradición de María Magdalena, la Samaritana y otros discípulos del Señor.
Fuente: Convento del Verbo Encarnado y el Santísimo Sacramento, 6618 Pearl Road Parma Heights, Ohio 44130-3808 | Ph: 440.88
LA ESPIRITUALIDAD DE JEANNE
La vida de Jeanne se centró en la Persona de Jesús, el Verbo que se hizo carne por amor a nosotros. Ella veía a Jesús como la puerta a través de la cual llegamos al Padre y después a nuestro prójimo. El Espíritu prepara nuestro corazón para recibir en él a Dios. Toda la vida de Jeanne fue un esfuerzo por responder al amor que Dios derramaba en ella.
A través de la Eucaristía, Jeanne experimentó el amor íntimo del Verbo Encarnado. Ella anhelaba ser esa presencia para otros permitiendo que Dios hiciera de su vida una palabra y un sacramento de amor.
La Sagrada Escritura era una constante fuente de nutrimento para Jeanne. Sus escritos están llenos de citas bíblicas pues ella entendía que eran la clave para conocer la voluntad de Dios.
El ciclo litúrgico también fue importante para Jeanne, que tenía el anhelo de vivir los misterios de la vida de Jesús en su propia vida. Buscaba inspiración en las vidas de los santos, en los días en que se celebraban sus fiestas.
Para Jeanne, María, la Madre del Verbo Encarnado, también era la madre de la Orden. Jeanne consideraba que su llamado a fundar la Orden del Verbo Encarnado era una participación en la maternidad de María, dando a luz a Jesús una vez más en el mundo. María fue su modelo para la entrega total.
El amor que Jeanne sentía por la Iglesia, el Pueblo de Dios, hizo posible que se comprometiera a servir a la gente como maestra, escritora, directora espiritual y amiga.
Las Bienaventuranzas expresaban para Jeanne la forma en que ella deseaba ser Cristo en el mundo. Ella no quería descansar hasta que todos en el mundo estuvieran esforzándose por ser justos, compasivos y sinceros de corazón.
El amor era el centro de la espiritualidad de Jeanne…
- …el amor de Jesús, Dios hecho carne por amor a nosotros
- …ella entregó toda su vida a responder al amor que la Trinidad derramaba en ella
- …su anhelo de ser Eucaristía, presencia de Jesús para otros
- …su búsqueda en la Sagrada Escritura de la palabra de Dios para ella
- …la inspiración que ella recibió al celebrar las fiestas del ciclo litúrgico
- …seguir el ejemplo de María en su entrega total
- …su amor y su servicio dedicado al Pueblo de Dios
- …su pasión por vivir las Bienaventuranzas, haciendo de su vida una bendición para otros
Jeanne quería ser…
Un vaso de cristal, claro, sencillo y vacío, que derrama el amor de Dios
Un espejo que revele al Dios que ella amó
Un Libro y una Hoguera en los que otros pudieran leer las instrucciones que les daba
Una hoguera que encienda los corazones con el amor de Dios
Un Peregrino que se dirige al hogar del amor hacia Jesús y hacia los demás
Un peregrino que no busca un lugar donde vivir permanentemente en este mundo
Jeanne Chézard de Matel (1596 – 1670), comparte en sus propias palabras, en su Autobiografía, la experiencia que vivió en la oración, a través de la cual entendió que Dios la estaba llamando a fundar una nueva Orden en la Iglesia.
En la noche, aproximadamente a las nueve, cuando me había retirado a mi oratorio, fue Tu deseo elevar mi comprensión en una suspensión de lo más sublime durante la cual Tú me dijiste: “Hija mía, tú crees que deberías disfrutar el reposo y la quietud de la contemplación en la casa de tu padre, y poseer la bendición divina y celestial de la Eucaristía. Amas el recogimiento, pero mi Sabiduría Divina ordena algo más. Te he destinado a instituir una Orden en mi Nombre que honre a mi Persona que se hace Carne por amor a la Humanidad. Así como elegí al Bendito Padre Ignacio para instituir una Sociedad de hombres para honrar mi Nombre, te he elegido a ti para que erijas una Congregación de mujeres para Mí.
Recuerda que un día, durante la Temporada de Pascua en 1617, quise que llevaras la Cruz, seguida por un grupo de jóvenes vestidas de blanco, para llegar a adorarme en el altar donde reposé durante Cuarenta Horas. Tú llevaste la Cruz, y sin embargo yo te llevé y te sostuve con deleite mientras te acariciaba con más amor que el que el Rey Asuero tuvo al acariciar a Esther. Te dije que las humillaciones de mi Cruz se convertirían en gloria para ti. Este hecho de llevar al Cruz prefiguró lo que yo deseaba lograr contigo al llamarte a llevar a cabo el proyecto que te estoy asignando esta noche. ¡Valor, hija mía! Toma la decisión de dejar la casa de tu padre y todos los recuerdos que tanto estimas, para hacer realidad mis intenciones”.
Con mi acostumbrada confianza, me dirigí a tu Majestad diciendo: “¿Qué título deseas para tu Instituto que incorpore todas las promesas que me has hecho?”. Mi Oráculo Divino, no tardaste, sino que elevaste mi espíritu. Me dijiste: “Hija mía, yo son la Verdad Infalible. Guardará todas mis promesas, y el título de mi Orden es Verbo Encarnado. Deseo que se solicite este nombre. Con eminencia y excelencia, este título abarca todo lo que se refiere a Mí como Verbo No Creado y Verbo Encarnado; tendrás todo en este nombre. Quien posee la totalidad, posee las partes, y te aseguro, hija mía, que este título se le dará a mi Orden sin oposición. Soy yo, hijá mía, quien te otorga este título augusto y glorioso. Desde toda la eternidad, he sido y son la Palabra No Creada. Siempre seré la Palabra Encarnada, el Verbo Encarnado.
LOS ESCRITOS DE JEANNE
Desde sus primeros años, Jeanne sintió curiosidad por el aprendizaje y le encantaba aprender. Sin embargo, de acuerdo con la cultura de sus tiempos, su educación formal fue limitada. Por esta razón, fue difícil para ella escribir. Lo hizo a instancias de sus directores espirituales que sabían que su experiencia de intimidad con Dios podría nutrir la vida de Dios en otros.
Los escritos de Jeanne llenan muchos volúmenes que se han preservado en uno de los primeros monasterios en Francia. Al paso de los años se han traducido y la Orden del Verbo Encarnado ha publicado algunos en forma privada.
Autobiografía – Jeanne escribió la historia de su vida en 1642. El Cardenal Armand de Richelieu, Primer Ministro de Luis XIII, había escuchado hablar de los escritos de Jeanne y sabía que superaban su nivel educativo. Le pidió a su hermano, el Cardenal Alphonse Louis de Richelieu, que investigara. Este se presentó en el convento inesperadamente, tomó los escritos de Jeanne y luego le ordenó que escribiera toda su Autobiografía, incluyendo todas las gracias que había recibido de Dios. Varios meses después, Jeanne concluyó la tarea, un manuscrito de 454 páginas. Para ella, la información autobiográfica era simplemente el marco para relatar las gracias y dones que Dios le había concedido. El sucesor del Cardenal Richelieu, Monseñor de Neuville, le regresó el manuscrito que actualmente se preserva en el convento de Lyon. Hoy en día, la autobiografía está disponible en dos volúmenes con el título, “Obras Completas”. La traducción al inglés se terminó en 1993.
Cien Cartas de la Correspondencia de Jeanne Chézard de Matel – Este libro ofrece selecciones de la correspondencia de Jeanne. Ella les escribió a sus Hermanas, al clero y a los laicos. Sus cartas, que se preservan, incluyen dirección espiritual, asuntos de negocios y tres volúmenes de sus cartas, escritas desde la década de 1620 hasta su muerte en 1670. S. Kathleen McDonagh, que editó la colección de cartas, escribió: “Sus cartas revelan [a Jeanne] como una persona orante, capaz de planificar, fundadora, amiga, directora, escritora, diplomática, madre, hermana y una persona sufriente. Sus cartas son registros directos de sus sueños inmediatos, de sus esperanzas, sus respuestas al llamado y sus reacciones a diversas situaciones”.
El Diario Espiritual – Esta es una colección de los escritos de Jeanne, que incluyen sus experiencias en la oración, un reglamento, una fórmula para los votos y otros escritos. Es un diario continuo de su vida con Dios. Esta obra se divide en dos volúmenes (aproximadamente 1500 páginas) que contienen los escritos de Jeanne en orden cronológico.
Tratados – Jeanne escribió estos tratados entre los 22 y los 30 años de edad e incluyen escritos sobre la Encarnación, la Iglesia, la Santísima Virgen María, el Cantar de los Cantares y las bienaventuranzas.
- Tratado sobre los Tres Matrimonios Sagrados – aquí “Matrimonio” se refiere a la relación íntima de Jesús con 1) María, 2) la Iglesia y 3) Jeanne y otras personas que tienen una unión íntima con Jesús.
- Tratado sobre los Cuatro Matrimonios Sagrados – Este documento añade un “matrimonio” a los tres que aparecen en el tratado anterior; el amor a la humanidad en la Encarnación.
- Tratado sobre la Interpretación del Cantar de los Cantares – Jeanne reflexiona sobre este libro de la Sagrada Escritura como una relación íntima entre ella y Dios.
- Tratado sobre las Bienaventuranzas – Tenemos tres escritos de Jeanne con este título. Ella compara la vida espiritual con un templo que tiene las ocho bienaventuranzas como pilares: los que buscan la paz, los mansos, los puros de corazón, los misericordiosos, los que lloran, los que tienen hambre, y los que sufren persecución.
ESCRITOS SOBRE JEANNE CHÉZARD DE MATEL Y LA ORDEN DEL VERBO ENCARNADO
- Biografía de la Madre St. Claire Valentine por S. Alphonse Clark, IWBS, 1898.
- Jubileo de Diamante: Academia Nazareth por S. Paul Regan, 1866.
- Diamantes para el Rey por S. Mary Xavier Holworthy, IWBS, Corpus Christi, 1945.
- Fuego que Resurge: Padre Denis por G. P. Penaud, traducido en 1979.
- Cuatro Siglos de Peregrinar: Resumen Histórico de la Orden del Verbo Encarnado y el Santísimo Sacramento por S. Kathleen McDonagh, 1999.
- Jeanne Chézard de Matel y las Hermanas del Verbo Encarnado por John M. Lozano, CMF, 1983 – Incluye la vida de Jeanne, su espiritualidad, su misión y la institución de la Orden del Verbo Encarnado.
- Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chézard de Matel, por la Madre St. Pierre de Jesus Viffray, 1910.
- Como un Vaso de Cristal, por S. Kathleen McDonagh, IWBS, Corpus Christi, 1995.
- Memorias sobre Jeanne Chézard de Matel, por la Madre Jeanne de Jesus de Bely.
- Posisión para la Causa de la Sierva de Dios, Jeanne Chézard de Matel, Vols. 1, 2, 1989.
- Servir con Alegría, por S. M. Loyola Hegarty, CCVI, 1967.
- La Vida de la Madre Jeanne de Matel, Fundadora de la Orden del Verbo Encarnado, por A. Gallitzin.
- La Vida de la Reverenda Madre Jeanne Chézard de Matel, Fundadora de la Orden del Verbo Encarnado y el Santísimo Sacramento, por M. Saint-Pierre de Jesus, 1922.
- El Vía Crucis – con textos tomados de la Sagrada Escritura y de los Escritos de Jeanne Chézard de Matel – compilado por S. Kathleen McDonagh, 1998.
- La Palabra desde el Corazón de Jeanne Chézard de Matel – citas de los escritos de Jeanne Chézard de Matel coleccionados y editados por S. Mary Rose Kocab, SIW, Cleveland, y por S. Rose Miriam Gansle, IWBS, Corpus Christi, 1996.
- El Verbo Vive entre Nosotros (Un Diario Espiritual de la Congregación de las Hermanas de la Caridad del Verbo Encarnado de Houston, Texas) por S. Mary Loyola Hegarty, CCVI, 1999.
- Para Texas con Amor, por la Madre Patricia Gunning, IWBS, Corpus Christi, 1971.
- Legado Valioso: Siempre Antiguo, Siempre Nuevo, por S. Kathleen McDonagh, IWBS, Corpus Christi, 2008.
- Venerable Madre Jeanne de Matel, Su Vida, Su Espíritu, Sus Obras, por G.P. Penaud, 1889.
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Fuente: Sisters of Incarnate Word, 6618 Pearl Road Parma H. Cleveland, Ohio. Se usa con permiso.
He leido la istoria de Jeanne Chezard x que encontre una reliquia de ella en una cajita de cositas relijiosas que me regalaron me gustaria saber que es
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