En cuanto María recibió del Ángel Gabriel la noticia de que su prima Isabel, que ya no era joven, estaba en su sexto mes de embarazo, de inmediato se apresuró a las Tierras Altas de Judea para ofrecer su ayuda personal a su prima Isabel.
SAN LUCAS RELATA LA HISTORIA DEL VIAJE DE MARÍA A JUDEA:
Por aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y cuando Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó en su seno. Entonces Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó a grandes voces: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! Pero ¿cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme? Porque en cuanto oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno…
Bendita eres, Oh Virgen María, pues creíste que se cumpliría lo que te dijo el Señor».
Y MARÍA RESPONDIÓ:
«Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su sierva. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí cosas grandes el Poderoso. Su nombre es santo, y su misericordia es eterna con aquellos que le honran. Actuó con la fuerza de su brazo y dispersó a los de corazón soberbio. Derribó de sus tronos a los poderosos y engrandeció a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y a los ricos despidió sin nada. Tomó de la mano a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros antepasados, en favor de Abrahán y de sus descendientes para siempre»
María permaneció con ella unos tres meses y luego regresó a su casa.
(LUCAS 1:39-56)
ORACIÓN / REFLEXIÓN:
Oh Dios, tú enviaste a la Santísima Virgen María a visitar a su prima Isabel y a compartir con ella la alegría de la llegada de su Hijo. Danos el deseo de hacer tu voluntad, para que te glorifiquemos con ella por toda la eternidad, a través de Jesucristo, nuestro Señor.
Dios Todopoderoso y Eterno, que mientras la Santísima Virgen María llevaba a tu Hijo en su vientre, la inspiraste para que visitara a Isabel, concédenos, te rogamos, que, fieles a la inspiración del Espíritu, podamos magnificar tu grandeza con la Virgen María en todo momento. A través de nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Tomado de: Liturgia de la Visitación.
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