Durante la Misa de Canonización de Santa Faustina, el 30 de abril del año 2000, el año del Gran Jubileo, El Papa San Juan Pablo II proclamó: «Es importante, entonces, que aceptemos todo el mensaje que llega a nosotros en la palabra de Dios en este, el Segundo Domingo de Pascua, que a partir de hoy, en toda la Iglesia recibirá el nombre de Domingo de la Divina Misericordia”. Las lecturas de ese domingo siempre se relacionan con la misericordia, la confianza y el perdón de los pecados.
Con las palabras «todo el mensaje”, el Santo Padre se refería a la conexión estricta que existe entre el “Misterio Pascual y la Redención” (el sufrimiento, la muerte, la sepultura, la resurrección y la ascensión de Cristo, seguidas por la visita del Espíritu Santo) y esta Fiesta de la Divina Misericordia en el octavo día de Pascua. Esta fiesta agrega mucho más significado al significado de las celebraciones de Pascua. Jesús mismo pidió que se celebrara específicamente en este domingo después de Pascua.
Para saber cómo celebrar esta Fiesta, solo debemos ver los dos decretos publicados por la Santa Sede y las palabras de Nuestro Señor en el diario de Santa Faustina, que la Iglesia ha aceptado como un testimonio confiable que merece credibilidad. El primer decreto que establece la Fiesta, establece que siempre deben usarse las lecturas normales para ese domingo. Ya de por sí son perfectas y reflejan lo que representa la imagen de la Divina Misericordia.
El segundo decreto trata sobre la indulgencia plenaria para el Domingo de la Divina Misericordia que se proclamó el 29 de junio de 2002. Este decreto también menciona cuáles deben ser los deberes específicos de los sacerdotes, que se encuentran en los últimos párrafos: informar a los feligreses, escuchar confesiones y dirigir las oraciones. El decreto sobre la indulgencia también les pide a los sacerdotes que animen bondadosamente a los fieles a hacer obras de caridad o misericordia tan frecuentemente como puedan, siguiendo el ejemplo de Cristo.
Las palabras de Nuestro Señor en el diario son muy claras; Jesús dijo: “Deseo que la imagen se bendiga solemnemente el primer Domingo después de Pascua, y deseo que se venere públicamente de modo que cada alma pueda tener conocimiento de ella. A través de la Imagen, otorgaré numerosas gracias a las almas; así que permitan que todas las almas tengan acceso a ella”. (Diario 341, 570) La imagen debe colocarse en la iglesia de modo que todos puedan verla, tal vez en el área del santuario y en todas las misas del día, para que todos puedan venerarla, conocerla y confiar en el Señor.
Nuestro Señor también dijo: “Deseo que los sacerdotes proclamen esta gran misericordia de mi parte hacia las almas de los pecadores. Díganles a mis sacerdotes que los pecadores empedernidos se arrepentirán al escuchar sus palabras cuando ellos hablen sobre mi gran misericordia, sobre la compasión que siento hacia ellos en mi corazón. A los sacerdotes que proclaman y alaban mi misericordia, les daré un gran poder; ungiré sus palabras y tocaré los corazones de aquellos con quienes hablen”. (Diario, 50, 1521) El Domingo de Pascua es el mejor momento para proclamar la misericordia de Dios.
En vista de que Nuestro Señor dijo que la fiesta debe ser un “refugio para los pecadores”, es muy importante usar los medios masivos para animar a los católicos que se han alejado a regresar a la práctica de su fe y buscar el arrepentimiento. La promesa del perdón total de los pecados y de su castigo, es la mejor herramienta motivacional que alguna vez podríamos encontrar para hacer que las almas regresen a la práctica de su fe.
Pero Nuestro Señor Jesús dijo: “El alma que se confiese y reciba la Sagrada Comunión obtendrá el perdón completo de los pecados y su castigo. En ese día, se abren todas las esclusas a través de las cuales fluyen las gracias. Que ningún alma tema acercarse a mí, aunque sus pecados sean muchos… la humanidad no tundra paz hasta que se acerque a la fuente de mi misericordia”. (699) La indulgencia plenaria que se instituyó para el Domingo de la Divina Misericordia no cambia las promesas de Nuestro Señor. Más bien confirma la aprobación y apoyo de la Iglesia y da a las almas más tiempo para acercarse a la confesión. Nuestro Señor también dijo: “El Primer Domingo después de Pascua es la fiesta de la Misericordia, pero también debe haber actos de misericordia… exijo de ustedes actos de misericordia que deben brotar del amor que sienten por mí”. (Diario, 742) Es obvio que Nuestro Señor desea que se muestre misericordia a tros y esto puede hacerse hablándoles a todas las personas sobre la promesa especial del perdón total de los pecados y castigos que Nuestro Señor bondadosamente nos ha hecho.
En las homilías del Santo Padre, a menudo se refiere a las palabras de Nuestro Señor que se encuentran en el diario. En su homilía sobre el Domingo de la Divina Misericordia en 2001 en Roma, dijo: “Esta es la respuesta apropiada e incisiva que Dios deseaba ofrecer a las preguntas y expectativas de los seres humanos de nuestros tiempos, una época marcada por terribles tragedias. ¡La Divina Misericordia! Este es el regalo de Pascua que la Iglesia recibe de Cristo Resucitado y ofrece a la humanidad”. A menudo, el Papa cita a nuestro Señor diciendo: “Jesús le dijo a Santa Faustina”. Habló de la Imagen de la Divina Misericordia diciendo: “Según lo que Jesús mismo le dijo a Santa Faustina, los dos rayos representan la sangre y el agua. La sangre nos recuerda el sacrificio del Gólgota y el misterio de la Eucaristía; el agua nos hace pensar en el Bautismo y en el Don del Espíritu Santo”.
Así que, como podemos ver, la celebración del Domingo de la Misericordia Divina es muy sencilla; de hecho, aparte de tener una imagen de la Divina Misericordia en la iglesia para ser venerada por los fieles, predicar sobre la Confianza y la Misericordia, y enfocar las oraciones que se hacen después de la Misa en la indulgencia plenaria, realmente no hay nada más que hacer en ese día. Jesús mismo es el que hace todo el trabajo. La mayor parte de la energía debe concentrarse en hacer que la gente regrese a la iglesia el Domingo de la Divina Misericordia. Jesús hará el resto.
El Rosario de la Divina Misericordia
- Comenzar con la Señal de la Cruz, un Padre Nuestro, un Ave María y el Credo.
- Después, en las cuentas del Padre Nuestro se dice lo siguiente:
Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu amado Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, en reparación de nuestros pecados y los de todo el mundo. - En las diez cuentas de las Ave Marías, se dice lo siguiente:
Por su Pasión dolorosa, ten misericordia de nosotros y de todo el mundo. (Se repiten los pasos 2 y 3 en cada decena del Rosario). - Se termina diciendo (tres veces):
Dios Santo, Todopoderoso e Inmortal, ten misericordia de nosotros y de todo el mundo.
Más tarde, Jesús le dijo a Sor Faustina: «Hagan incesantemente este Rosario que yo te he enseñado. Quienes lo reciten recibirán una gran misericordia a la hora de su muerte. Los sacerdotes deben recomendarlo a los pecadores como su última esperanza de salvación. Aunque se tratara del pecador más empedernido, si recitara este Rosario una sola vez, recibiría la gracia de Mi Infinita Misericordia. Deseo que todo el mundo conozca Mi Infinita Misericordia. Deseo conceder gracias inimaginables a quienes confían en Mi Misericordia….» (Diario 687)
«….Cuando reciten este Rosario en presencia de los moribundos, yo estaré presente entre Mi Padre y la persona moribunda, no como el juez justo sino como el Salvador Misericordioso”.
Visiones de Santa Faustina relacionadas con la Divina Misericordia: En 1933, Dios de dio a Santa Faustina una visión impactante sobre Su Misericordia; ella nos dice:
«Vi una inmensa luz radiante, y en medio de ella, a Dios Padre. Entre esta luz radiante y la Tierra, vi a Jesús, clavado en la Cruz, de tal manera que cuando Dios quería mirar hacia la tierra, tenía que ver a través de las heridas de Jesús. Y entendí que Dios bendice a la Tierra gracias a Jesús”. (Diario 60)
En relación con otra visión, del 13 de septiembre de 1935, ella escribe:
«….Vi a un Ángel, el ejecutor de la ira divina… estaba a punto de lanzar un golpe sobre la tierra… Yo le suplicaba a Dios por el mundo con palabras que escuchaba en mi interior. Cuando oraba de esta manera, pude ver que el ángel estaba indefenso; no podía llevar a cabo el justo castigo…” (Diario 474)
Tomado de: Diario, Santa María Faustina Kowalska, Misericordia Divina en Mi Alma (c) 1987 Congregación de Marianas de la Inmaculada Concepción, Stockbridge, MA 01263. Todos los Derechos Reservados. Se usa con su permiso.
En el encabezado: Imagen Original de la ‘Divina Misericordia’, como se la describió Santa Faustina al artista, Eugene Kazimirowski, en Vilnius, Polonia, de enero a junio de 1934.
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