JESÚS PROCLAMA SU MISIÓN
Vino al mundo un hombre enviado por Dios, cuyo nombre era Juan. Este vino como testigo, para testificar de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz.
Y este es el testimonio de Juan, cuando los Judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y Levitas, que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? Y confesó, y no negó; mas declaró: No soy yo el Cristo.
Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No. Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?
Juan dijo:
Yo soy la voz del que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor, como dijo Isaías profeta.
Y los que habían sido enviados eran de los Fariseos. Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué pues bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta?
Y Juan les respondió, diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros ha estado a quien vosotros no conocéis. Este es el que ha de venir tras mí, el cual es antes de mí: del cual yo no soy digno de desatar la correa del zapato.
Estas cosas acontecieron en Betania, de la otra parte del Jordán, donde Juan bautizaba.
JN 1:6-8, 19-28
REFLEXIÓN
R. Mi alma se regocija en mi Dios.
Mi alma glorifica al Señor,
y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador,
porque se ha dignado fijarse en su humilde sierva.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones,:
R. Mi alma se regocija en mi Dios.
El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí: ¡Santo es su Nombre!
Muestra su misericordia siglo tras siglo a todos aquellos que viven en su presencia.
R. Mi alma se regocija en mi Dios.
Colmó de bienes a los hambrientos, y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su siervo, se acordó de su misericordia.
R. Mi alma se regocija en mi Dios.
LUCAS 1:46-48, 49-50, 53-54
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