Por Adriana Calzada, CCVI
Ella no lo sabía, pero ese día cambiaría su vida.
En encuentro abierto, en diálogo profundo y en intercambio sincero, Jesús y la Samaritana en el Evangelio de hoy, nos dan la pauta para reflexionar en este tercer domingo de Cuaresma. Jesús encuentra la manera de invitar a la mujer a contarle su verdad. En el diálogo con Jesús, ella es capaz de reconocer su historia personal y sin temor se la entrega en ese momento. Ese momento de liberación y de reafirmación de su dignidad como mujer. Al continuar en esta Cuaresma, camino de reconciliación, y ahora siendo invitadas a una pausa más intencional y larga dada la situación de salud que atravesamos, hagamos un recuento de qué es lo que en nuestra historia todavía nos duele, nos hace sentir culpables y no nos permite ser libres. Escribámoslo si es necesario, revisemos esta lista acompañadas de Jesús para que así, como la Samaritana, podamos entregársela en el encuentro a plena luz del día sin vergüenza. Porque Jesús la recibe, la bendice y la renueva. Así entonces, podemos salir a compartirnos con quienes nos rodean desde una nueva realidad, una realidad de reconciliación con nuestro pasado.
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