Por Adriana Calzada, CCVI
El Evangelio este domingo nos regala la oportunidad de hacer un ejercicio de reconciliación basado en nuestros sentidos. Jesús utiliza su saliva, usa la tierra y hace barro. El barro tiene una textura especial, se siente fresco, lo podemos oler y tocar. Jesús unta el barro con sus manos en los ojos del ciego, tocándolo, moldeándolo entre sus dedos, con sus manos. Nuestro cuerpo está lleno de posibilidades al abrirnos la puerta a un sinfín de experiencias sensoriales. El día de hoy, acompañadas de Jesús, dejándonos tocar por él, dejando a sus manos posarse sobre nuestro cuerpo, hagamos un ejercicio de reconciliación. Identifiquemos aquellos olores, sabores, sonidos que nos transportan a experiencias que nos han dejado marcadas, especialmente lastimadas y que necesitan ser sanadas. Dejemos que Jesús las toque hoy también con sus manos y sea Él quien las sane. Descubrámoslas, entreguémoslas, llorémoslas y liberémonos de ellas.
Click aquí para leer más reflexiones sobre la Cuaresma y el Camino a la Reconciliación.
0 comentarios