Sus efectos están aquí y los sentimos a diario, en nuestra salud, nuestra economía y en las condiciones del clima: las alergias y enfermedades infecciosas son cada vez más comunes, la temperatura aumenta, los desastres naturales son más frecuentes y llegan con más fuerza, atravesamos por períodos de sequía y, por lo tanto, algunos alimentos básicos se encarecen.

El Día Mundial de la Acción contra el Calentamiento Global se conmemora este 28 de enero, precisamente, para crear conciencia e insistir en la urgencia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Así quedó establecido desde la firma del Protocolo de Kioto.

En los últimos 50 años, la temperatura promedio se ha incrementado a una velocidad nunca vista. Desde el 2000, se han registrado los 16 años más cálidos de la historia reciente, de acuerdo con registros de la NASA que abarcan los últimos 134 años.

Como católicos, lo primero que nos alarma es el sufrimiento humano que acarrea este fenómeno, pues si el planeta cambia, la humanidad resiente las consecuencias. La interdependencia de todos los seres vivos es innegable.

Con los desastres naturales y la degradación ambiental que provoca, el cambio climático está multiplicando las amenazas y vulnerabilidades existentes: hace inhabitables algunas regiones del planeta, afecta la seguridad alimentaria y encarece los recursos naturales.

Cada año, más de 30 millones de personas se ven obligadas a desplazarse, a consecuencia de los desastres naturales originados por el cambio climático, según la agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR). Y se estima que hasta mil millones de personas podrían verse obligadas a desplazarse para el año 2050.

Otro efecto grave es el impacto sobre los alimentos, que escasearán y por lo tanto seguirán encareciéndose. Las cosechas se van a reducir y las capturas de las principales especies de peces disminuirán en 40 por ciento, debido al aumento de la temperatura del mar.

En respuesta a esta problemática, nuestra congregación promueve diversas acciones para combatir el cambio climático. La ecología es una de las áreas que reclaman con mayor fuerza nuestra participación. Seamos ejemplo y sumemos, en lugar de restar.

Es momento de reducir el impacto sobre el medio ambiente en nuestra vida diaria. Acciones pequeñas como aprovechar toda la comida, utilizar focos ahorradores, plantar árboles, apagar los aparatos eléctricos cuando no estén en uso, reducir el uso del automóvil, reciclar y disminuir nuestro consumo de papel pueden hacer una gran diferencia.