Hace casi un año las calles de Estados Unidos se llenaron de voces que exclamaban «no puedo respirar», «las vidas de las personas negras importan» y «suficiente es suficiente».
El martes, 20 de abril, las calles volvieron a ponerse en pie y se escucha «culpable,» «soy alguien» y «George Floyd, descansa en el poder». Escuchamos sus voces, nos unimos a ellas, y con muchos sentimientos en este momento… nos sentimos llamadas a continuar nuestro compromiso por la curación y la paz para todas y todos, especialmente para la familia de George Floyd.
Sabemos que aún hay mucho trabajo en materia de justicia racial y prácticas policiales para proteger a todas nuestras comunidades. Seguiremos en solidaridad con aquellas personas que lideran el camino hacia la verdadera justicia. Aunque nada pueda traer de vuelta a George Floyd, que la nación y el mundo encuentren alivio en este paso histórico de responsabilidad y justicia.
Estaremos aquí dando pequeños pasos con nuestras oraciones y acciones para que el racismo sistémico termine. Así que hoy, junto con todas las personas de buena voluntad, en esta nuestra historia humana colectiva, podemos decir que la justicia y el respeto a la dignidad humana de toda persona es posible.
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