Se dice mucho de la fe de la gente sencilla, tuve una experiencia maravillosa de comprobarlo, fue para mí un ejemplo de humildad, de fe, de oración, de confianza verdadera en Dios. Fue con una persona de mi comunidad parroquial, me contó que en su primer año de escuela, no aprendió mucho y su mamá le dijo: “eres un burro, ya no vas a ir el próximo año, te vas al campo a trabajar con tu papá”. Y así fue, por tanto no aprendió nunca ni a leer ni a escribir, solamente dibuja su nombre, cada vez con menos trabajo, pero es solo eso un dibujo y es orgullo de saber que es su firma.
Con la incertidumbre que viven nuestros migrantes, se animó a obtener la ciudadanía de Estados Unidos, ya que cumplía con todos los requisitos, años suficientes de residencia y añadido a su edad, lo podía hacer en español.
Su esposa le ayudó con las 100 preguntas que pide el gobierno para este trámite, tardó casi dos años, pero se aprendió todo.
Una parte de mi ministerio (es ser intérprete para quienes no hablan Inglés) y llevar a la persona que lo solicitan al Departamento de Migración, por supuesto esto es después de haber cumplido con todos los requisitos de las formas que hay que completar, haber pagado una buena cantidad y enviar la solicitud al Departamento apropiado.
Cuando esto sucede, se le notifica que tiene que ir a que le tomen las huellas, fotos y demás. Me pidió que lo llevara, y fuimos, estaba nervioso, no les puedo mentir, pero le aclaré que eran muy sencillo que no tenía que hablar nada en ese momento.
Recibió finalmente la carta avisándole el día que se tenía que presentar, salimos muy temprano, (la Oficina está en Kansas City, MO a casi tres horas de nuestro pequeño pueblo) su esposa nos acompañó y llegamos a la Oficina.
Las personas indicadas para hacer los exámenes, tienen la cortesía de salir a dejar a su cliente hasta la puerta por la que entró para ir a los cubículos, en eso él vio que un señor de más o menos de su edad, acompañaba a una persona, me comentó de inmediato algo que a mí también me vino a la mente. Dijo, ojalá y me toque ese señor, se ve que es muy buena persona, le respondí, vamos a rezar y pedirle a Dios que sea él.
Antes de que lo llamaran, me compartió que había rezado, para mí es una de las más hermosas oraciones que he escuchado en mi vida, me dijo Hermana, “en mi oración le pedí a Dios que quería hacer un trato con Él, le dije que me prestara su cerebro por cinco minutos, para poder contestar bien todas las preguntas, y que después, lo tomara de nuevo y me dejara ser el burro que siempre he sido”. No daba crédito a la sencillez, humildad y fe de este hombre, en ese momento supe que Dios como Buen Padre no le iba a fallar, que le prestaría su cerebro como se lo pidió. Me saco lágrimas del corazón, al experimentar su fe, yo tenía que estar tranquila para comunicarle seguridad, pero mis ojos querían llorar.
Después de un rato, lo llamaron y para sorpresa nuestra era el señor que deseábamos le hiciera el examen.
Muy amable nos recibió, pasamos al cubículo y después de haberme hecho jurar que haría la traducción en plena fidelidad del Inglés al español y viceversa, nos comentó que por ser militar vivió en Puerto Rico y San Antonio, TX y entendía un poquito de español.
El examen consta de 10 preguntas solamente, pero si en forma correcta se contestan bien las primeras 6, ahí termina. Con gran satisfacción contestó las 6 en forma correcta, y por supuesto recibió no sola la felicitación por parte del examinador, sino una carta en donde le indicaban que había completado todo el proceso y sólo faltaría el día de la Ceremonia de Juramento.
Al salir me dijo de nuevo, ve Hermana, “Dios me prestó su cerebro y todo salió bien”
Mi oración es que Nuestro Buen Padre Dios me ayude a aprender a tener la fe, humildad, sencillez y confianza a la manera de este buen hombre.
Por Sor Guadalupe Ruiz.
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