Dice Yavé: «Vuelvan a mí con todo corazón,
con ayuno, con llantos y con lamentos.»
Rasguen su corazón, y no sus vestidos,
y vuelvan a Yavé su Dios, porque él es bondadoso y compasivo;
le cuesta enojarse, y grande es su misericordia;
envía la desgracia, pero luego perdona.
¡Quién sabe si volverá atrás y nos perdonará
y hará producir de nuevo a nuestros campos,
de los cuales sacaremos las ofrendas para Yavé!
Toquen la trompeta en Sión,
promulguen un ayuno sagrado y llamen a consejo.
Congreguen al pueblo, reúnan a los ancianos
y que todos se purifiquen.
Traigan también a los pequeños y a los niños de pecho,
y que los recién casados dejen su cama.
En el patio del santuario lloren los sacerdotes ministros de Yavé y digan:
«¡Yavé, perdona a tu pueblo, y no lo entregues al desprecio y a la burla de las naciones! ¿Acaso permitirás que los paganos digan: Dónde está su Dios?»
Yavé se mostró lleno de celo por su tierra y tuvo piedad de su pueblo.
(1 JOEl 2:12-18)
ORACIÓN
Sé misericordioso, O Señor, pues hemos pecado.
Ten misericordia de mí, O Dios, en tu bondad;
En la grandeza de tu compasión limpia mi ofensa.
Límpiame por completo de mi culpa y límpiame de mi pecado.
Pues reconozco mi ofensa, y mi pecado siempre está frente a mí:
“He pecado solo contra ti y he hecho lo que es malo a tus ojos”.
Crea en mí un corazón puro, O Dios, y renueva en mi interior un espíritu firme.
No me alejes de tu presencia y no retires de mí tu Espíritu Santo.
Dame de nuevo el gozo de tu salvación y confirma en mí un espíritu bien dispuesto.
O Señor, abre mis labios y mi boca proclamará tus alabanzas.
San Mateo habla sobre la Oración, el Ayuno y la Limosna
Jesús les dijo a sus discípulos:
«Guárdense de las buenas acciones hechas a la vista de todos, a fin de que todos las aprecien. Pues en ese caso, no les quedaría premio alguno que esperar de su Padre que está en el cielo.
Cuando ayudes a un necesitado, no lo publiques al son de trompetas; no imites a los que dan espectáculo en las sinagogas y en las calles, para que los hombres los alaben. Yo se lo digo: ellos han recibido ya su premio.
Tú, cuando ayudes a un necesitado, ni siquiera tu mano izquierda debe saber lo que hace la derecha: tu limosna quedará en secreto. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará. Cuando ustedes recen, no imiten a los que dan espectáculo; les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que la gente los vea. Yo se los digo: ellos han recibido ya su premio.
Pero tú, cuando reces, entra en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí, a solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará. Cuando ustedes hagan ayuno, no pongan cara triste, como los que dan espectáculo y aparentan palidez, para que todos noten sus ayunos.
Yo se lo digo: ellos han recibido ya su premio. Cuando tú hagas ayuno, lávate la cara y perfúmate el cabello. No son los hombres los que notarán tu ayuno, sino tu Padre que ve las cosas secretas, y tu Padre que ve en lo secreto, te premiará».
“Si hoy escuchan su voz, no endurezcan su corazón”.
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